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NO(CIONES) RADICALES

bLOG DE eVA o. aRCEO
Por que hay nociones que
no  caben en 140 caracteres

 

Sobre el uso de la palabra “feminazi” (por una mujer)


Con lo sucedido en días recientes con el caso de Tamara y ya desde hace tiempo he estado escuchando a muchas mujeres referirse a otras como “feminazis”. Además de ser un término increíblemente derogatorio, creo que como mujer referirse así a otra es como darse un tiro en el pie. Acabo de leer un artículo donde se acusa a las “feminazis” hasta de ser psicópatas. Esta fue la gota que demarró el vaso y creo que es necesario escribir esto.


Fearless girl and charging bull. Fuente de la imagen: AP - Mark Lennihan.

La lucha por los derechos civiles ha sido larga, ardua y con muchos altibajos. Cualquiera que alguna vez haya tenido que negociar algo sabe que uno no puede iniciar su negociación con una posición débil. Así que generalmente cuando empezamos a negociar algo, empezamos con una postura un tanto extrema. Estas posturas extremas nos permiten ceder algunas cosas en las negociaciones. Los movimientos por los derechos civiles de todas las minorías han tomado estas posturas extremas, tanto en cómo expresan su propia identidad de minoría como en las exigencias del propio movimiento. Así ha sucedido en todas las revoluciones feministas.


Si estos movimientos negociaran desde posturas más moderadas, habrían obtenido mucho menos de lo que lograron (posiblemente algo exactamente igual a cero). En la primera oleada de feminismo, que nos ganó el derecho al voto, hubo posiciones tan extremas que llevaron al suicidio-por-la-causa a algunas de sus adherentes. En la segunda oleada feminista, que nos ganó derechos reproductivos, el derecho a tener acceso a los mismos trabajos que los hombres, el derecho a tener propiedades y demás, nuestras feministas quemaron sus brasieres y algunas se expresaron violentamente. Sus expresiones de identidad fueron desde dejar de rasurarse el vello corporal, dejar de usar maquillaje y otros elementos que consideraron impuestos por una cultura machista que nos trata como objetos medidos por ideales de belleza que para la gran mayoría no se pueden alcanzar.


La actual ola feminista, la tercera revolución feminista (aunque hay quienes hablan de que es la cuarta), continúa luchando por igualdad salarial, pero creo que la exigencia que la distingue es la de la eliminación de la violencia contra la mujer en todas sus expresiones: violencia doméstica, todo tipo de acoso (callejero, laboral, etc.) y en su forma más dolorosa: el asesinato sistemático de mujeres. En la lucha por conseguir nuestro derecho a una vida libre de violencia, las feministas de hoy en día también han tomado posturas extremas. Muchas deconstruyen toda la realidad de las mujeres como una imposición machista. Por poner un ejemplo muy banal: a muchas no les gusta que les abran la puerta, les cedan un asiento y expresan su feminismo en formas que a algunos les parecen "demasiado extremas". En algunas de estas expresiones algunas feministas rechazan por completo a los hombres.


Si bien esta última es una postura extrema, a veces sin esas posturas radicales es difícil llamar la atención hacia todo lo que nos violenta como mujeres, a todo aquello que nos violenta en común. Si las feministas que empezaron a luchar finales del siglo XIX no hubieran tomado posturas radicales quién sabe dónde estaríamos ahora. Pero gracias a esas "feministas duras" tenemos derechos. Gracias a eso podemos expresar nuestra opinión públicamente, podemos votar y ser votadas, podemos divorciarnos y demandar justicia si sufrimos violencia doméstica, podemos exigir una pensión alimenticia para nuestros hijos por parte de ex-esposos, podemos pedir un trabajo sin que nuestro padre o marido firme un permiso, podemos ir al médico a pedir anticonceptivos sin solicitar el permiso de nadie, podemos tener propiedades, podemos pedir un préstamo al banco a nuestro nombre y un gran etcétera. Gracias a esas posturas que a muchos les parecen extremas las mujeres somos personas jurídicas. Y todavía falta muchísimo por hacer. Haber adquirido todos esos derechos no ha significado que todas podamos vivir una vida libre y plena, y sobre todo una vida libre de violencia.


Así que lo único que puedo decirle a las “feminazis” (a quienes yo llamaré “feministas duras”) es GRACIAS!


La próxima vez que quieran decirle a alguien “feminazi” piensen más allá de la postura extrema con la que no están de acuerdo y mejor valoren lo que tienen en común con esa “feminista dura”. Llamarle "feminazi" añade a la violencia de género contra la que ella está luchando. Llamarle "feminazi" degrada su lucha. Llamarle "feminazi" caricaturiza sus esfuerzos. Llamarle "feminazi" nos divide en la causa común como mujeres. Quién sabe, a lo mejor un día esa postura tan extrema nos llevará a una cultura donde las mujeres no seamos sujetas a una violencia continua. Y eso será un gran logro.

#feminismo #igualdaddegénero

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